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Sexto Domingo de Pascua: El Extravagante Amor de Dios

Este es un comentario a los textos de la eucaristía del Sexto Domingo de Pascua.  Está tomado del Libro de Reflexión para Pequeñas Comunidades Cristianas de la Arquidiócesis de Hartford (Quest en Español).  Para más información respecto a este recurso, puede visitar su sitio en internet o visitar esta sección.

Imaginemos un restaurante cinco estrellas, donde solamente los poderosos y acaudalados pueden ir.  O un hotel de lujo, reluciente con los más finos adornos que el dinero puede comprar.  Tal vez alguno de nosotros ha experimentado esa opulencia y exceso… ¡incluso la ha disfrutado!  Sin embargo, al final también podemos haber experimentado cierto vacío y una ofensa a nuestro espíritu.

Todavía estamos tambaleándonos con el desastre de nuestras instituciones financieras y el colapso de importantes compañías durante el año pasado.  Las acciones financieras se han desplomado, nos hemos enterado de los inmensos sueldos de los gerentes, los bancos que alguna vez fueron símbolo de la estabilidad y el poder se han declarado en bancarrota o han recibido la ayuda del gobierno federal… o sea, de quienes pagan impuestos.  Lo que antaño fueron inversiones sólidas (nuestra jubilación, por ejemplo) se han convertido en poco confiables, menos ciertas y fuente de preocupación.  Incluso muchas personas han perdido sus casas.

En medio de la opulencia de algunos líderes financieros, en el contexto del desastre de los mercados, alabamos a nuestro Dios que muestra, sin duda alguna, ninguna parcialidad.  San Juan nos desafía a amarnos los unos a los otros, porque Dios es amor.  También nos recuerda: “El amor consiste en esto: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero y nos envió a su Hijo, como víctima de expiación por nuestros pecados.”  ¡Qué promesa más grande!  En este tiempo pascual nos deleitamos con el extravagante amor de Dios.  El mismo amor que vació la tumba el domingo de pascua está disponible para nosotros cuando lo necesitemos.

La extravagancia de Dios no significa despilfarro, o simplemente darle a unos pocos, a la élite.  Jesús es muy claro: “No fueron ustedes quienes me eligieron… Este es mi mandamiento, que se amen los unos a los otros.”

Nosotros podemos invertir en la promesa de Dios sin temer ni bancarrotas ni desastres…  Jesús nos invita: “Permanezcan en mi amor, para que su alegría sea completa.”  La alegría del Padre y del Hijo es el extravagante amor que conquista incluso la muerte misma.  Este amor fluye de una íntima relación del Padre y del Hijo, cuya muerte salvadora y gloriosa resurrección es lo que hemos estado celebrando por seis semanas.  Y este mismo amor es comunicado a nosotros a través de la generosa donación de su Espíritu.

Al ir avanzando en el tiempo pascual, nuestro desafío es vivir en la presencia de este Dios que es extravagante, y permanecer siempre conectados a Él cada día.  Dios ha invertido en todos nosotros en su amor extravagante… ¡cantemos al Señor un cántico nuevo” (Salmo 98)… ¡amemos tal como Dios nos ha amado!

Recuerde que si tiene una pregunta o comentario, puede enviarlo a info@carlosaedo.org

Written by caedof

May 15, 2009 at 1:23 pm

Posted in Recursos, Reflexiones